11 de agosto de 2011

Rehacer la vida tras un divorcio



Rehacer la vida tras un divorcio
José Antonio Luengo

Publicado en El País, Cartas al Director
27 de agosto de 2006

Se trata de una expresión al alza. De largo y complejo recorrido. Como al alza encontramos las reflexiones, argumentos, noticias y estadísticas que vienen produciéndose sobre el mundo de las relaciones de pareja, o mejor, de los problemas de las parejas para mantenerse en buena relación. Los datos sobre separaciones y divorcios en nuestro país suelen ya ser contenido recurrente en nuestros medios de comunicación y, por supuesto, reflejo de la situación vivida por cada vez más parejas, por cada vez más personas.Y en este contexto, un espacio vital en el que la sensación de dolor, fracaso o frustración domina los corazones y mentes de los protagonistas, voluntarios o involuntarios, de las historias subyacentes, no es infrecuente escuchar y leer la expresión de rehacer la vida como una especie de augurio que avala, sostiene y defiende -faltaría más- la posibilidad de hacer algo nuevo con la vida, con tu vida, una vez enfrentada de manera definitiva y estable la ruptura y disolución de la relación de pareja vivida hasta ese momento.

Está bien, especialmente bien, que se definan e incorporen ideas y opciones de escenarios futuros donde la calma y la felicidad vuelvan a estar presentes y formen parte activa de nuestras vidas. Lo que no me parece tan bien, más bien mal, es que se trate de una expresión -o tal vez de una interpretación de la misma- que relaciona casi exclusivamente el esfuerzo y los resultados de ese volver a hacer con la experiencia de volver a encontrar una pareja con la que convivir, más o menos, y pasar nuestros días.

Nuestro idioma es rico en matices y deberá cuestionar esta utilización del lenguaje, de las palabras, de una expresión que si tiene razón de ser -y desde luego que la tiene- es para definir la experiencia de volver a mirar el futuro, con o sin alguien a nuestro lado, con otra perspectiva, desde otro prisma, en otro escenario de prioridades. El valor del individuo por sí mismo, sin dependencia aburrida del otro obligatorio. Aprender a rehacer la vida es un ejercicio que merece respeto. Y el lenguaje -y cómo lo utilizamos- tiene mucho que decir al respecto.


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José Antonio Luengo Latorre es Catedrático de Enseñanza Secundaria de la especialidad de Orientación Educativa. Es Decano-Presidente del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid y Vicepresidente primero del Consejo General de la Psicología de España. Licenciado en Psicología. Habilitado como Psicólogo Sanitario por la CM y experto en Psicología Educativa y en Psicología de la actividad física y del deporte (Acreditación del Consejo General de la Psicología de España).. Desde octubre de 2002, ocupó el cargo de Secretario General de la Oficina del Defensor Menor en la Comunidad de Madrid y desde julio de 2010 fue el Jefe del Gabinete Técnico del Defensor del Menor, hasta la supresión de la Institución, en junio de 2012. Ha sido profesor asociado de la Facultad de Educación de la UCM y de la UCJC. Es profesor invitado en la Facultad de Educación de la Universidad Camilo José Cela de Madrid. En la actualidad es psicólogo de la Unidad de Convivencia. Coordinador del Equipo de apoyo socioemocional, dependiente de la Subdirección General de Inspección Educativa de la Consejería de Educación de la CM. Twitter: @jaluengolatorre

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