Artículo José Antonio Luengo
28 de abril de 2015
Hay noticias que sobresaltan, que te hacen saltar, de indignación. Y dolor. Y lo hacen de manera profunda, insondable. Observar el sufrimiento de un niño, de cualquier niño nos conmueve. Y, probablemente también, mueve. A la reflexión, al análisis, a la valoración, pero también a la acción. Sin entrar a comentar hechos sometidos formalmente a consideración judicial, la perspectiva del dolor de cualquier niño por acción u omisión de nosotros, los adultos -responsables de acondicionar y guiar su crecimiento y desarrollo-, es especialmente dramática...
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