21 de abril de 2015
No es sencillo interpretar unos hechos como los acontecidos ayer en el Instituto Joan Fuster de Barcelona. Así, sin más, en un momento, un alumno de 13 años desempacaba sus armas, las que había preparado silenciosa y concienzudamente, para golpear en lo más hondo, donde más duele, en el corazón mismo de un centro educativo, allí donde cada día asistía a la actividad educativa ordinaria, y causar el peor de los impactos. La muerte de un profesor; las heridas, físicas y psicológicas, en otros protagonistas y testigos directos del hecho. Y, cómo no, en la propia comunidad educativa, en el conjunto del claustro de alumnos y alumnas, de padres y madres... ¿Por qué? ¿Qué desencadena tal comportamiento? ¿Qué circunstancia personal puede dar pie a pensar y llevar a efecto tan trágico suceso?...
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