José Antonio
Luengo
Paseo por el
Parque del Oeste. Ha
llovido la noche anterior y relativamente temprano hoy. El cielo está limpio, azul de otoño, vestido de azul turquesa, el del cielo sin
nubes o del color del en un día soleado. Se huele y siente la humedad. El suelo
húmedo, el césped mojado. Como recién regado. Apenas veo a nadie según voy
entre los árboles, robustos muchos, más delicados otros, mezclado entre ellos,
numerosos arbustos, protegidos por sus hermanos mayores.
Cruzo un puente
sobre el que corre un cauce con agua. Se mueve esta con fuerza e intensidad y
hace que uno se imagine con cierta facilidad que está en otro sitio. Mires donde
mires ves verde, amarillos, ocres, marrones, rojizos. Todo bajo ese cielo azul
al que para acceder con la vista tienes que levantar bien la cabeza. Así son
las cosas cuando uno camina entre árboles tan majestuosos y vivos.
Según camino a
su lado, tocando a veces sus troncos, invadiendo el césped que los rodea,
pienso, en ese momento, que los árboles no son hombres. Sino más bien mujeres…
Mujeres con sus marcas, sus heridas, mujeres con su piel, sus bellos pliegues…
Mujeres mostrando, calladamente, su valor, su entereza, su fuerza, su valor, su
presencia… Mujeres mirando al frente, aunque crezcan mirando al cielo. Con su
color. Con sus colores y olores. También con su silencio. Y sus palabras calladas.
Las que surgen de sus raíces y despliegues, de su capacidad para crecer y
llegar. Con su elegancia insuperable.
Los árboles son
mujeres, abrazando la tierra, protegiéndola. Evitando su descomposición.
Creando vida.
El otoño,
también, nos muestra las lágrimas de millones de mujeres. Son las hojas que
dejan caer los árboles, con su color intenso y cambiante. Para rebrotar y
mostrar, siempre, su belleza. Siempre. Siempre...
Bonito homenaje a la mujer. Compararlas con los árboles es tener una visión generosa de ellas, de nosotras.
ResponderEliminarEn un árbol, se pueden ver tantas cosas...Se refleja via, fuerza, coraje...Se ve la huella del viento, del frío y del agua. Se siente la tierra desde su origen y la levedad de sus últimas hojas en las ramas.
Yo no sé si vería mujeres, quizá vería la fuerza del hombre, la sinuosidad de la mujer,la agilidad del chico, el vencimiento del anciano...
Pero, sí. Los árboles dan para mucho.
Gracias por ese homenaje tan natural y arraizado en la tierra.