José Antonio Luengo
Los centros educativos, en educación primaria y secundaria
deben abordar decididamente la promoción de la convivencia pacífica y la
detección e intervención rápida, congruente, educativa y efectiva en
situaciones de conflicto y, por supuesto, en aquellas susceptibles de ser
tasadas de acoso escolar y ciberacoso.
1. Es
imprescindible planificar acciones específicas para prevenir el acoso escolar y
el ciberacoso. No basta con ideas generales ni buenas intenciones
·
Promover
la convivencia en los centros educativos no es un objetivo más a planificar y
desarrollar en los centros educativos. Es, probablemente, el eje
sobre el que puede y debe girar y articularse la acción educativa en su
conjunto. Es un camino, un sendero a construir y cuidar con mimo porque, entre
otras cosas, los procesos que se desarrollan
cada día en las aulas se asientan en confluencias y relaciones
interpersonales que pueden animar y afianzar los aprendizajes o, por el
contrario, lastrarlos de manera concluyente.
·
Las
comunidades educativas, con el liderazgo de los equipos directivos deben
revisar sus planes de convivencia y analizar el funcionamiento
de las comisiones de convivencia creadas a su amparo. Esta es una tarea
necesaria en general pero, de modo singular, si se pretende incorporar un
programa para la prevención específica del acoso escolar. Y es necesario
reflexionar expresamente sobre qué se
está haciendo específicamente en este ámbito. Y qué no se está haciendo.
·
Prevenir
la violencia y el maltrato entre compañeros, el que se da en el interior de los
contornos físicos de los centros y, también, el que anida y se expande en los
senderos virtuales que proporcionan las TIC es, evidentemente, cosa de todos. Del
entramado social, con especial relevancia a los contenidos marcados por medios
de comunicación y redes sociales, que marca las referencias de valores y
contravalores, del contexto familiar que nutre desde el principio de la vida
las mentes y los corazones de los que hoy son y serán mañana nuestros alumnos y
también, por supuesto, de lo que se genera y vive en los centros educativos en
la enseñanza reglada. Y ahí surge la convivencia, la gestión de los ineludibles
conflictos que las relaciones interpersonales conllevan, y por supuesto la
prevención, detección e intervención de situaciones generadoras de dolor y sufrimiento.
·
El
programa para la prevención del acoso escolar en los centros educativos es,
hoy, un elemento esencial a incorporar en los proyectos y planes educativos; y
debe articularse en torno a principios de participación y trabajo compartido
entre los diferentes miembros de las comunidades educativas; de
compromiso e implicación en la reducción de los conflictos interpersonales
pero, especialmente, de los que surgen del desequilibrio entre las partes, de
los que se asientan en la intencionalidad de hacer daño, mantenidos en el
tiempo, desatados en ocasiones entre los observadores; de creación y desarrollo
de estructuras funcionales operativas, ágiles, con funciones claras y conocidas
por todos; de información y transparencia; de protocolización de las actuaciones;
de visibilización de las mismas; y de evaluación permanente de las actuaciones.
·
El
programa para la prevención del acoso escolar en los centros debe priorizar
objetivos que permitan conocer a toda la comunidad educativa hasta dónde se pretende ir.
Promoviendo la seguridad, la formación, la toma de decisiones efectiva para la
mejora de los planes de acción tutorial, la creación de equipos específicos
para la gestión integral de las actuaciones, el fortalecimiento de las
actuaciones para la potenciación de los valores pro-sociales, empatía y ayuda
entre iguales, y el tratamiento eficaz de la comunicación de las acciones entre
todos los miembros y agentes de la comunidad educativa.
·
Los
principios de información y transparencia y el objetivo de comunicación eficaz
de lo que se pretende son elementos clave en la operativa de planificación y
puesta en marcha de cualquier programa de prevención. Pensar juntos,
planificar, explicar las ideas y acciones a implementar y hacerlas conocidas,
visibles y explícitas para todos.
2.
Desde el principio de curso toda la comunidad educativa debe conocer el
conjunto de medidas que se van a adoptar de modo específico para prevenir el
acoso escolar y el ciberacoso
·
Se ha
de empezar cuanto antes. Explicando y marcando claramente el proceso. Durante
el primer mes de clase, los equipos directivos deben exponer en primera persona
(al
menos con los cursos que se incorporan por primera vez al IES en el caso de
secundaria, o a la etapa en centros concertados y privados; y de 6º de
educación primaria, y en la medida de lo posible también con 2º de ESO), la importancia que el centro va a dar las
relaciones entre los diferentes integrantes de la comunidad educativa y,
claro, entre el alumnado; y no solo desde la advertencia de posibles
consecuencias de actos inadecuados sino desde la consideración del respeto, el
buen ejemplo, los valores compartidos, el diálogo y la participación. En este
objetivo, la referencia es el plan de convivencia del centro.
·
Estos encuentros pueden ser el mejor escenario
para explicar también la organización de la que se va a dotar el centro para
prevenir, detectar e intervenir en situaciones de acoso entre iguales. Explicar las estructuras, los agentes
implicados y los planes a llevar a efecto. Todo, lógicamente, en el marco
del Plan de convivencia elaborado por el centro educativo.
·
El
equipo directivo puede y debe convencer a sus alumnos que la convivencia va a
ser el eje de la vida del centro. Y que todos sepan, también,
que se va a intervenir, con sensibilidad y criterio, pero con rapidez en
situaciones de acoso entre compañeros. El error y la equivocación son posibles.
Pero tolerancia cero ante el maltrato. Ese es el trato y el reto.
·
En el
caso de los IES, parece importante asimismo aprovechar actividades como
Jornadas de acogida o de puertas abiertas para el alumnado que se incorpora por
primera vez al centro, y en su caso con sus familias, para
presentar el programa, sus objetivos, actividades y, muy importante, sus
agentes más significativos en materia de prevención del acoso.
·
Es
interesante poder exponer en los paneles informativos de la entrada de los
centros las coordenadas simplificadas del programa, los procedimientos y espacios para la comunicación
de las preocupaciones del alumnado y las
personas que van a responsabilizarse de la canalización de la información y
de gestionar el proceso para dar la mejor respuesta educativa a las situaciones
que son objeto de referencia.
·
Las ideas anteriores son perfectamente
aplicables a centros que desarrollen su actividad con todas las etapas
educativas, ahondando en cualquier caso en la necesidad de priorizar los cursos finales de la etapa de educación primaria y al
menos los dos cursos iniciales de la educación secundaria. Todo ello sin
perjuicio de las acciones preventivas que puedan desarrollarse en otros cursos
y en especial en 3º y 4º de ESO.
·
Los tutores han de planificar y desarrollar
acciones para la prevención del acoso escolar y el ciberacoso.
3. Los
tutores han de planificar y desarrollar acciones para la prevención del acoso
escolar y el ciberacoso.
·
El
trabajo específico de las tutorías y de los tutores debe ser potenciado; en
tiempo y calidad, con el apoyo especializado de los profesionales de
orientación; dedicar tiempo es imprescindible. Sin tiempo efectivo en tarea, reflexionando, sensibilizando, dialogando, construyendo
iniciativas entre todos, no hay propuesta que se sostenga.
·
En
educación primaria (etapa en la que no existe un tiempo específico para la
tutoría) será necesario arbitrar propuestas organizativas flexibles pero
efectivas, en el marco de las posibilidades que da el currículum en
la etapa, para fijar la acción tutorial
como escenario marco para el desarrollo de las acciones esenciales propuestas
en el presente programa para la prevención del acoso escolar.
·
Con la colaboración de los profesionales de los
EOEP y de los Departamentos de Orientación y de los equipos directivos, el profesorado, y sobre todo los tutores,
han de comprometerse, con especial sensibilidad, a la observación de la
dinámica y clima de relaciones de sus grupos; con referencia concreta a las
respuestas emocionales y sociales de sus alumnos en el día a día: silencios,
escasa participación, soledad, tristeza… Interesarse y mostrarse cercano y
disponible, incondicionalmente, debe ser considerada condición imprescindible.
·
Ha de
trabajarse para reducir la violencia desde el trabajo con los grupos-clase al
completo, con los observadores; desarrollando acciones para
la reflexión, el análisis y la profundización sobre contenidos específicos de
fomento de valores pro-sociales y con el objetivo general de aumentar
notablemente el compromiso en la solidaridad, ayuda y apoyo de quienes suelen mirar hacia otro lado. Sabemos que si
los observadores dan un paso hacia
delante y defienden a quien sufre, la violencia se reduce sensiblemente.
·
El
trabajo con los observadores, o con los espectadores, como
también se les denomina, se considera
esencial en la literatura, investigación y prácticas para afrontar las tareas
de prevención, detección e intervención en las conductas de maltrato y
violencia entre iguales; pero especialmente en la fase de prevención, o
prevención primaria. Eliminar las causas y reducir la incidencia. Explicar,
aclarar, definir, dialogar con los alumnos. Informar, sensibilizar. Todo en el
contexto de la educación para la convivencia pacífica y también, no debe
olvidarse, en ciudadanía digital.
·
El
desarrollo de las TIC y el uso (en ocasiones, abuso) que de ellas hacen
nuestros niños, niñas y adolescentes, supone un reto de envergadura en la
definición de patrones de intervención por parte del mundo adulto y, en
particular, de los centros educativos. El desarrollo de dos
competencias básicas como el tratamiento de la información y competencia
digital, y la competencia social y ciudadana representa, por definición y
recorrido, un ámbito de trabajo esencial de las comunidades educativas en la
búsqueda de protocolos y fórmulas que permitan ahondar en la mejor manera de
llegar y profundizar en los formatos de educación y sensibilización en torno al
uso de las TIC y la prevención de riesgos indeseables. Sin embargo, todo lo
dicho y planteado tiene que tener una dirección, una salida óptima. Un espacio
para la acción positiva.
4. La
necesidad de configurar un equipo para la prevención del acoso escolar y del
ciberacoso en el centro educativo.
·
En el marco de las Comisiones de convivencia de
los centros, o a su amparo, resulta de sumo interés la creación de un equipo para la prevención del acoso escolar en el
centro. Empezando por la designación de responsables de convivencia entre el profesorado; se hace
referencia a la configuración de un equipo de entre 2 y 3 profesores del
centro, preferentemente tutores de grupo, que serían figuras visibles para y conocidas por la comunidad educativa, y que, conjuntamente con el Jefe de
Estudios, podrían desarrollar funciones (se detalla propuesta más adelante),
incardinadas en los planes de acción tutorial, de coordinación de las
actuaciones de los tutores en materia de promoción de la convivencia pacífica
en las aulas, centro y escenarios de relación entre iguales y de prevención y
detección de situaciones de acoso o ciberacoso.
·
Igualmente relevante puede considerarse en este
equipo la colaboración de ayudantes de
convivencia del colectivo de padres y madres, con funciones de apoyo al
desarrollo del plan de acción tutorial en la materia y contenidos que son de
referencia a través de las actividades de información, formación y
sensibilización de los grupos-aula. La colaboración activa de estas figuras,
como representantes del colectivo de padres, en las actividades de acción
tutorial del centro puede marcar un punto clave de notoriedad en los mensajes
que pretenden trasmitirse en el marco del desarrollo de propuestas de información
y sensibilización.
·
Y, por supuesto, contar con el protagonismo del alumnado y la incorporación a este
equipo de prevención de algún representante de la estructura que se cita en los
siguientes puntos: equipos de ayudantes de cursos superiores y equipo de
ayudantes o delegados de convivencia de cada grupo clase.
5.
Fomentar el protagonismo del alumnado en la prevención del acoso escolar y en
la información y sensibilización de la comunidad educativa. Los alumnos que
ayudan, desde la perspectiva del modelo de Aprendizaje y Servicio
·
Parece
necesario, asimismo, apostar por la participación y protagonismo del alumnado
en la acciones de información, formación y sensibilización de los grupos de
alumnos. Especialmente en secundaria, los proyectos actualmente
existentes de mediación o de alumnado ayudante están dando excelentes
resultados. Cuando quien informa, sensibiliza, forma y ayuda a los alumnos son
los propios compañeros con más edad, la escucha y penetración de las ideas en
los pequeños son significativas. En este contexto, puede ser de interés la
creación de delegados de convivencia del colectivo de alumnos.
·
En
educación primaria, el papel de tutores y de padres resulta
especialmente necesario. Y el trabajo en los últimos cursos de la etapa se
configura como esencial en el marco de los procesos de prevención de conflictos
interpersonales, mejora de los estilos de gestión y respuesta a los mismos y,
por supuesto, de las situaciones de acoso entre iguales. En esta etapa, el papel de apoyo y ayuda que los alumnos
de cursos superiores pueden prestar en la información y sensibilización, y
que es citado en puntos posteriores en el contexto de la educación secundaria,
puede ser abordado según modelos de colaboración entre centros (en el caso de
la educación pública, CEIP e IES) o entre etapas (en el supuesto de centros que
atienden ambas etapas), adecuadamente documentados y experimentados en la
actualidad.
·
Como
ejemplo de lo expuesto en el punto anterior puede citarse el Proyecto de
Alumnos Ayudantes TIC, desarrollado en la Dirección de Área Territorial Madrid
Sur desde el curso 2012/13 y que puede ser consultado en:
(Cap. 4, p. 57)
·
En consonancia con lo detallado en los dos
puntos anteriores, en educación
secundaria se sugiere de modo especial el trabajo desde la perspectiva de
alumnado ayudante, en el marco de un equipo
creado de ayudantes de convivencia
del alumnado, con funciones esenciales de colaboración en la acción
tutorial, con los objetivos de información, formación y sensibilización del alumnado de menor edad
del centro.
·
La importancia de formar en cascada: si algo
hemos ido aprendiendo en relación al tratamiento y la gestión de los conflictos
entre iguales (en sentido amplio) en los centros educativos, es que los propios chicos son los que mejor
contribuyen a la resolución de los problemas cuando han sido formados para
ello.
·
Se sugiere, así, el desarrollo de un proyecto para la formación de ayudantes de
convivencia del alumnado que puedan colaborar con funciones (se detalla
propuesta más adelante) de apoyo a la
acción de los tutores de aula, para la información, formación y
sensibilización de alumnado de cursos inferiores.
·
La
experiencia de formar a adolescentes para que ayuden a los más pequeños está
suficientemente contrastada y con éxito notable. Las posibilidades de
penetración que tienen las ideas cuando son plasmadas y abordadas por chicos
como ellos, pero con más edad y más experiencia (sobre
todo en cómo afrontar los riesgos y salir de situaciones embarazosas, o no
meterse en ellas), son inagotables. Superiores
desde todos los puntos de vista a los resultados de las acciones que llevan a
efecto los adultos. El modelo, ya experimentado en numerosos centros
educativos, de la creación de equipos de alumnos ayudantes para la colaboración
en las acciones para la prevención de situaciones de acoso y generación de
buenas prácticas de convivencia y respuesta a los conflictos indeseados es
perfectamente válido para el desarrollo de esta iniciativa.
6.
Fomentar el protagonismo del alumnado en la prevención del acoso escolar desde
los delegados o ayudantes de convivencia de cada grupo.
·
Considerar, también, dar presencia y valor a la
figura de los delegados o ayudantes de
convivencia de cada grupo-clase, como corresponsables también en la
consideración de la convivencia en cada grupo.
·
En consonancia con las funciones establecidas a
tal efecto normativamente, la labor de estos ayudantes de grupo en la
colaboración con el tutor en el fomento de la convivencia saludable y pacífica
en el grupo se considera imprescindible como elemento preventivo y de detección
de primer orden.
7. La
necesidad de contar con agentes, espacios y tiempos definidos y conocidos para
la comunicación confidencial.
·
Pertinente y necesaria, asimismo, es la
creación de un sistema interno de comunicación confidencial, de los alumnos con
tutores, delegados de convivencia y profesionales de orientación. Los alumnos
deben poder contar sus preocupaciones con tranquilidad y confianza, sin miedos.
Los alumnos tienen que saber que pueden hablar, sin miedo. Han de organizarse
medios, tiempos, profesionales y espacios para que los alumnos compartan sus
preocupaciones y expresen sus emociones y sentimientos.
·
Trabajar desde la perspectiva de derechos y
ciudadanía: cuando el alumnado siente que en el centro preocupan los conflictos
entre compañeros y se ejercita la comunicación fluida con sus profesores,
cuando observa actitudes de escucha y respeto, de afrontamiento y sensibilidad,
las posibilidades de la acción preventiva en materia de conflictos de
convivencia se amplían de modo significativo.
8. La
necesidad de gestionar bien los procesos. Y documentarlos siempre.
·
Dar importancia a la seguridad jurídica de los procedimientos desarrollados. Los centros
educativos han de hacer. Y hacer bien, por supuesto. Y documentar
lo que hacen. En todo momento. Desde las actuaciones más sencillas a las más
complejas. Este es también un elemento imprescindible.
·
No
debe obviarse la posible consideración de conducta delictiva de determinados
comportamientos, siempre en el contexto de la edad de los
actores y de las características y frecuencia de aquellos. De acuerdo con lo
establecido en los arts. 13 y 17.2 de la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero,
de Protección Jurídica del Menor, en los arts. 47 y 49 de la Ley 6/1995, de 28
de marzo, de Garantías de los Derechos de la Infancia y la Adolescencia de la
Comunidad de Madrid y en el art. 10 del Decreto 15/2007, de 19 de abril. La
acción correctora desarrollada en el centro educativo no es en ningún caso
incompatible con las acciones que a tal efecto puedan ser consideradas por la
Fiscalía del menor.
Todo
esto no es solo responsabilidad de los centros educativos, por supuesto. Los
padres tienen un papel protagónico y decisivo. Pero
si de verdad nos preocupa qué hacen, pero sobre todo, qué van a hacer nuestros chicos
y adolescentes en el mundo digital, hemos de afrontar el asunto como un reto
educativo. Porque no es otra cosa. Porque se trata de educar. Y educar para la
vida. En la construcción personal. Y educar, también, como no puede ser de otra
manera, para la vida con los demás. En el contexto de las relaciones, de la
manera de percibir a los que nos rodean, del concepto y experiencia de amistad,
o interacción. Educar en la ética de las relaciones. En el respeto como corazón
de un tejido tan vivo como un cuerpo humano. Y en este proceso, por supuesto,
son necesarios los mimbres que aportan los centros educativos.
Me parece que son cosas muy necesarias, yo no sufrí abuso del todo pero si que había personas que me insultaban y eso al final te hace cada vez perder más ganas de ir al colegio, algo que ningún debe perder para tener un futuro, excelente artículo Jose
ResponderEliminarMil gracias por tus palabras. Siempre animan a seguir!
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