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Los comportamientos de los niños y adolescentes suelen ser claro reflejo de las circunstancias que viven y de lo que les sucede. De la atención que los adultos que estamos cerca prestemos a esos comportamientos y de nuestra capacidad para reconocer problemas concretos y síntomas que los delatan, dependerá, en buena medida, la posible prevención y solución de los mismos. El entorno cercano a los menores, el ámbito en el que se desenvuelven habitualmente está constituido por su círculo de amigos, la familia y la escuela. En el centro educativo en concreto pasan muchas horas al día, lo que constituye, en definitiva, una buena parte de su vida. Las relaciones e interacciones que en él establezcan, no sólo con sus iguales sino también con los profesores, son definitivas para su bienestar general, especialmente si se trata de menores que sufren algún tipo de problema. Esta es, precisamente, la cuestión que pretendemos abordar con esta publicación. Los profesores, por el mero hecho de serlo, no son expertos en las diferentes circunstancias conflictivas con las que se puede enfrentar cotidianamenteun niño. Sin embargo, no pueden ser ajenos a ellas. No lo son. Y no solo porque repercuten de manera clara en el rendimiento académico de los alumnos sino porque también es responsabilidad de la escuela afrontar una formación integral de los chicos y chicas que ocupan las aulas, transmitirles valores, enseñarles a ser mejores personas, responsables, cívicas, tolerantes. Acompañarles, en definitiva, en su proceso de crecimiento y, en la medida que lo precisen, cuidar de ellos. Por eso, consideramos que es
esencial dotarles de herramientas que les permitan realizar su trabajo de la mejor manera posible y, sobre todo, ayudar a los alumnos que más lo necesitan, de manera puntual o de forma continua. Este es el motivo por el que pensamos que, desde el Defensor del Menor y con la inestimable ayuda de cualificados profesionales, podríamos acometer esa tarea. La elaboración de estos Protocolos de Respuesta ante Situaciones Problemáticas en el Centro Escolar pretende básicamente dos objetivos: proporcionar al profesorado y a los equipos directivos y psicopedagógicos de los centros escolares conocimientos teóricos sobre distintos problemas que se pueden encontrar con los alumnos en sus clases y proporcionarles pautas de actuación que permitan de forma fehaciente abordar esas situaciones conflictivas.
Los Protocolos de Respuesta práctica se centran básicamente en tres aspectos que los profesores pueden y deben reconocer: el maltrato entre iguales, los malos tratos que pueden sufrir los niños en entornos ajenos al escolar y los problemas de salud que afectan a algunos alumnos, de forma crónica o puntual, y que exigen alguna actuación concreta en el tiempo en que el niño permanece en el centro. El esquema es el mismo en los tres casos: una descripción teórica de cada problema, para que el docente pueda contextualizarlo adecuadamente, y unas recomendaciones prácticas de actuación concreta ante cada circunstancia. Los dos primeros asuntos que se abordan, relacionados con los malos tratos, entre iguales o procedentes de adultos, tienen la peculiaridad de que han de ser identificados de forma casi intuitiva, a través de la sintomatología, física o emocional, que se observe en el alumno. En el tercero de los casos, los problemas de salud, lo importante no es tanto la identificación de los mismos como la atención inmediata que pueda requerir.
esencial dotarles de herramientas que les permitan realizar su trabajo de la mejor manera posible y, sobre todo, ayudar a los alumnos que más lo necesitan, de manera puntual o de forma continua. Este es el motivo por el que pensamos que, desde el Defensor del Menor y con la inestimable ayuda de cualificados profesionales, podríamos acometer esa tarea. La elaboración de estos Protocolos de Respuesta ante Situaciones Problemáticas en el Centro Escolar pretende básicamente dos objetivos: proporcionar al profesorado y a los equipos directivos y psicopedagógicos de los centros escolares conocimientos teóricos sobre distintos problemas que se pueden encontrar con los alumnos en sus clases y proporcionarles pautas de actuación que permitan de forma fehaciente abordar esas situaciones conflictivas.
Los Protocolos de Respuesta práctica se centran básicamente en tres aspectos que los profesores pueden y deben reconocer: el maltrato entre iguales, los malos tratos que pueden sufrir los niños en entornos ajenos al escolar y los problemas de salud que afectan a algunos alumnos, de forma crónica o puntual, y que exigen alguna actuación concreta en el tiempo en que el niño permanece en el centro. El esquema es el mismo en los tres casos: una descripción teórica de cada problema, para que el docente pueda contextualizarlo adecuadamente, y unas recomendaciones prácticas de actuación concreta ante cada circunstancia. Los dos primeros asuntos que se abordan, relacionados con los malos tratos, entre iguales o procedentes de adultos, tienen la peculiaridad de que han de ser identificados de forma casi intuitiva, a través de la sintomatología, física o emocional, que se observe en el alumno. En el tercero de los casos, los problemas de salud, lo importante no es tanto la identificación de los mismos como la atención inmediata que pueda requerir.
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